La Barrica de la Oca

Nueva dirección: c/Argentina 2A, 1ª Planta, Oficina 8 (Cáceres)

domingo, 27 de abril de 2008

Villar del Buey (y sus pedanías)

Villar del Buey es un municipio con cinco pedanías a su cargo: Cibanal, Fornillos de Fermoselle, Formariz, Pinilla y Pasariegos.
Es uno de los municipios de la provincia de Zamora con mayor superficie. En la Edad Media fue jurisdicción de la Orden de Santiago, durante el reinado de Fernando II de León. Todavía perdura El Rollo, una pequeña columna de piedra situada en La Calzada, símbolo de los aranceles que se cobraban por el tráfico de mercancias y ganado.
Entre sus edificios, destaca las portaledas construidas por los indianos entre los años 1900 y 1950 también es notable su iglesia parroquial, construida en 1775, con una torre cuadrada, y en su interior un crucificado del siglo XIV, la imagen de Nuestra Señora de la Blanca, que data del siglo XIV, y pinturas murales, del XVI. En las proximidades del ya desaparecido pueblo de Argusino se ha reconstruido la ermita de Nuestra Señora de la Cruz, donde se celebra la romería en mayo.

PEDANIAS DE VILLAR DEL BUEY

Cibanal. Su calle principal es atravesada por una calzada romana. En cuanto a sus monumentos, el más destacado es su iglesia parroquial con tintes de estilo románico. El mayor atractivo es su proximidad al pantano de Almendra, que ha convertido la localidad en un centro turístico con una importante demanda y que ha llevado a construir un camping para albergar a los turistas. Sus abundantes zonas de baño y los lugares para practicar la pesca hacen de él un lugar atractivo para pasar unos días de vacaciones.

Formariz. En el año 1912 fue comprado por cuarenta renteros de la familia Los Calderones, de cuya finca tan solo queda en pie el Palacio de los Cinco Bolos. En la localidad destaca la gran calidad de las viviendas construidas con piedras de las cotizadas canteras de La Cabrita y El Burro. Un lugar típico del pueblo es Fuente La Noria (anteriormente de estilo árabe) y cuya ubicación da el nombre a la zona.

Fornillos de Fermoselle. La iglesia parroquial data de la época renacentista, siglo XVIII. En su interior, se encuentran obras procedentes de la antigua ermita.
La principal riqueza de la localidad es la piedra, de gran calidad, y que se extrae de la cantera del Cerro de San Roque. Es muy codiciada en la zona para la construcción por su finura. Muy próximo a Fornillos se encuentra una localidad ahora despoblada, en el Teso de San Roque, lugar en el que también existía una ermita. Los alrededores ofrecen multitud de posibilidades de conocer parajes extraordinarios como los que se pueden ver en el camino a Mámoles, paseando por la ribera, o bajando a la presa portuguesa de Picote.

Pasariegos. Su nombre le viene por ser un pueblo de paso entre España y Portugal. Entre sus monumentos hay que recordar a la ya derruida ermita de la Magdalena, con tintes templarios. En cuanto a su iglesia parroquial, de ascendencia románica por lo que a su espadaña se refiere y a su portada, se hace necesario mencionar su calvario gótico de finales del siglo XIII y sus pinturas murales del XVI. También la naturaleza juega un papel importante. Su ribera es famosa por sus tencas, ranas y sardas. En esa ribera tan solo se mantiene en pie uno de sus molinos, el conocido por 'La Raya'.

Pinilla de Fermoselle. Se encuentra ubicado entre interesantes accidentes geográficos, todos ellos con el río Duero como protagonista y en cuyas piedras se esconden especies en extinción como la cigüeña negra, el halcón peregrino, el buho real o el alimoche. Como centro de culto cuentan con la iglesia de Nuestra Señora del Carrasco, en cuyo interior se puede ver un Calvario realizado en madera en el siglo XIII y un San Miguel procedente de la ermita que lleva su nombre.

lunes, 21 de abril de 2008

Arcenillas

Tal vez su origen lo explique su nombre, originalmente Arcinielas. Se plantean varías hipótesis sobre el significado del nombre. Para ello disponemos de la sección de "El topónimo".
En el término de Arcenillas, en algunas zonas más que en otras, se encuentran algunos restos de época prehistórica, tratándose en cualquier caso de restos aislados. Se han encontrado varias piedras de molino por ejemplo. Se cree que existió un poblado en la zona de regadío, del que quedan relativamente bastantes restos, a pesar de la agricultura que se ha ejercitado en el terreno durante siglos. Otro poblado de épocas lejanas es del yacimiento del Hocillo, cuya atenta investigación arqueológica todavía no se desempeñado.
De época romana no se conserva en Arcenillas casi nada, tan solo alguna moneda y restos de cerámica, siempre aislados. La actividad romana más cercana se encuentra en las fuentes de Pontejos del Vino.
Por la zona existían en la época romana varios pueblos ya deshabitados como Alcamino, Alcamín de Suso, y Alcamín de la Rivera. Los árabes no dejaron resto alguno en Arcenillas.
En el S. XI ya existían pueblos alrededor de Arcenillas, como Morales del Vino, Villaralbo, Bamba... pero no Arcenillas.
Lo más probable es que Arcenillas surgiera en alguno de los repoblamientos. Tradicionalmente se ha venido diciendo que Arcenillas surgió como un emplazamiento en torno a los monasterios de La Corona y de Los Frailes.
Sin embargo, en opinión general de los historiadores zamoranos, la posibilidad de que hubiera existido uno o incluso 2 monasterios en estos dos parajes es muy remota dada la inexistencia de documentos que confirmen esta aseveración. Bien pudieron haber pertenecido estos dos lugares a ordenes monacales, e incluso que en la zona de la Corona hubiera un lugar en el que vivieran personas al servicio de algún monasterio por ejemplo de Zamora dedicados al cultivo de las tierras de la Iglesia o del Monasterio en Arcenillas, pero afirmar que en Arcenillas hubo un monasterio es algo bastante controvertido. Si hubo monasterios sin embargo en otros pueblos de la Tierra del Vino, como en San Miguel de la Ribera, Santa Clara de Avedillo, El Hospital (término municipal de Entrala) o Villanueva de Campeán.
El primer documento histórico conocido que nos ha llegado con el nombre de Arcinielas (Arcenillas) se remonta a febrero de 1254. En el el Obispo de Zamora Pedro I permuta con Monio Sánchez unas tierras, dándole una tierra que dicen de Santiago en Arcenillas, otra en la vega entre Moraleja y Arcenillas, y otra más "a la par del pedazo de Pedro de Galego"; y el Obispo recibe una tierra que llaman de "Las Mangas" en la carretera de Villaralvino (el actual Villaralbo, no hay que confundido con el despoblado Villaralbo de La Guareña), dos tierras que que salen a La Laguna y otra en el Peso.
Volvemos a encontrar el nombre de Arcinielas en el Fuero de Zamora. Ya aparece en el manuscrito Q, del año 1289, y que es el más antiguo de los conservados. Aparece en la disposición 19, "De vuelta". Esta es una parte del texto:
"(...) E estos homezianes ayan atal couto por el monte d´Aloa, por el camín de Johán Cidiélez, e por Morales, e por Ponteyos de la Torre, e por Arcinielas, e por Villaralvo el Mayor, e por Cubiellos, e por Sancta María de Iniesta, e por las Manbras, e por los Penedos de Congosta, e por Carrascal que dicen Aldea de Pelayalvo. (...)"
Volvemos a encontrar documentos sobre Arcenillas en 1305 sobre la venta de una viña, otros tres documentos en 1384 sobre varios solares de Arcenillas ( una viña, un solar con barrero para construir una casa, un herreñal y otra viña para construir otra casa.
Otro documento expedido en Toro en 1385 trata sobre unas ventas de casas, viñas y heredades en Arcenillas. Dos años después un documento desvela que de Zamora a Arcenillas había un Camino Real.
Arcenillas se desarrolló rápidamente, y existen pruebas documentales de la presencia de oficios especializados permanentes como sastres-tundidores, pelaires y sobre todo maestros tejedores. Y es que en la época de los Reyes Católicos el sector textil fue el impulsor de la economía de Arcenillas, con la fabricación de paños y pieles para toda la zona. El número de productores excedía claramente el consumo local.
Signo de la gran población de Arcenillas es que se le asignaron 12 moriscos tras su deportación desde otras zonas de España, el número más alto de toda la Tierra del Vino. Permanecieron en nuestras tierras hasta el Decreto de expulsión en 1. Por entonces Arcenillas sobrepasaba los 500 habitantes.
Pero con el tiempo llegó el decaimiento de la industria textil de la Tierra del Vino y con él el de Arcenillas.
A partir de entonces se empieza a marcar una nueva economía en Arcenillas, parecida a la actual, basada en la agricultura y la ganadería ovina, llegando esta última a tener una gran importancia.
Durante los S. XVI y XVII Arcenillas estuvo en manos del señorío de la Tierra del Vino, llegando a controlar éste más de la mitad de las tierras del término municipal de la Arcenillas actual.
El crecimiento demográfico en Arcenillas fue muy acusado hasta el año 1586, año en el que el crecimiento empezó a tomar un camino diferente e irregular, siendo el saldo de habitantes negativo. Es la llamada "Crisis de Mortalidad", debida a las continuas epidemias que azotaron la provincia.
A partir de entonces, no se produjo ningún hecho de importancia en Arcenillas de trascendencia histórica, a excepción de la prueba piloto del Catastro de la Ensenada, de la que hablaré más adelante.
Durante la invasión francesa el pueblo no opuso resistencia alguna, y la invasión acabó con el robo de toda la plata y oro de la Iglesia, sobre todo los vasos sagrados, que pudieron ser restituidos. En Arcenillas lo que más buscaban era el buen vino, que por entonces había mucho y bueno. Cuentan que entraban en las bodegas por la fuerza, y para divertirse rompían cubas, o las robaban.

jueves, 17 de abril de 2008

Leyenda de la Puerta de la Traición (Zamora capital)

A su muerte, el Rey de Castilla Fernando I (1065) dejó repartido su reino entre sus hijos: Galicia para Don García, Castilla para Sancho II, León para Alfonso VI, Toro para Doña Elvira y Zamora como Reino de Doña Urraca. Según la tradición, el Reino correspondía al hijo mayor, en este caso Don Sancho, quien naturalmente se negó a aceptar el testamento, y arrebató Galicia a Don García, haciéndole prisionero.
Alfonso tuvo que huir a Toledo bajo la protección del rey moro Mamum. Después de tomar Toro, puso cerco a Zamora, "la bien cercada", y su muralla resistió el asedio durante más de 7 meses.Las condiciones de vida se hacían muy difíciles y el hambre empezaba a hacer estragos. Ocurrió entonces que Bellido Dolfos, un gallego que se encontraba en Zamora, salió de la ciudad y se declaró vasallo de Don Sancho, quien le tomó bajo su protección. Un día, con el pretexto de enseñar al Rey Don Sancho una puerta por donde entrar en Zamora y romper su cerco, se alejó con él del campamento sin más compañía.
El Rey sintió una repentina necesidad y apeándose del caballo entregó su daga a Bellido Dolfos, momento que este aprovechó para hundírsela en el pecho y emprender una veloz galopada hacia el portillo que aún hoy día se denomina “de la traición”. El Cid, que presenció la escapada desde lejos, montó precipitadamente a caballo, sin tiempo para calzarse las espuelas, pero no pudo alcanzarle. El Rey Sancho II murió poco después en el campamento, acusando de su muerte a Bellido, y los castellanos, ya sin Rey, levantaron el cerco a Zamora.
El Rey Alfonso VI regresó de Toledo y después de prestar juramento ante el Cid Campeador de "no haber tenido arte ni parte en el asesinato de su hermano" tomó posesión del reino. En extremo rencoroso y vengativo, desterró al Cid Campeador. Antes había mandado atar a Bellido Dolfos a las colas de 4 caballos muriendo de esta manera descuartizado.


Éste es un romance sobre la leyenda:


¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: —¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calle de Zamora va dando voces y gritos:
—Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.

viernes, 11 de abril de 2008

Puebla de Sanabria

Puebla de Sanabria es una de las más antiguas localidades zamoranas, documentada por primera vez en el año 509, a raíz de unas actas del concilio de Lugo.
Ya en el siglo X existía una urbe Senabrie. Es posible que ya entonces existiera algún tipo de fortificación en la puebla, llevada a cabo por los reyes leoneses en su avance hacia el sur, aunque la falta total de datos y vestigios históricos y arqueológicos que lo confirmen, hace que esto sólo sean meras especulaciones.
Desde 1132 al menos, la villa ya contaba con el castillo plenomedieval antes referido, documentado a través de sus tenentes, una larga lista aportada por Gómez Moreno que se iniciaba en ese año de 1132 con el conde Ponce Fernandizi y su hermano Xemeno; en 1150 ostentará ese cargo Roderico Petri señor de Senabria et de Carvaleda.
De 1158 a 1161 Ponce de Cabrera y Rodrigo Pérez de Sanabria serán los tenentes de la fortaleza.
En 1164 lo será Fernando Ponce; en 1171 mandante Senabrie comité Poncius et comitissa María Fernándiz; y por fin en 1188 se cita a Fernandus Aldefonsus tenes Senabria.
En el 1195, Alfonso IX convierte a Puebla de Sanabria en bastión de la frontera leonesa frente a Portugal. Es entonces cuando ese monarca hace de la villa una de sus pueblas, concediéndole fuero en 1220, reedificando además castillo y murallas.
De entonces data la innovadora planta de aquel castillo, cuadrangular, típico de la época, pero defendido en sus ángulos por cubos circulares, modelo, que como muy bien señala Gutiérrez González, no se utilizaría de forma habitual en estos reinos hasta la Baja Edad Media.
Avanzado ya el siglo XIII, la importancia económica y político militar de Puebla de Sanabria se mantiene, refrendando su fuero en 1273 el entonces rey Alfonso X.
En el siglo XIV, esta villa es propiedad de Juan Alfonso de Alburquerque, quien delega todos sus derechos de usufructo a su esposa, lo que desemboca en la donación que de la villa hace en la segunda mitad de siglo Pedro I en favor del conde Fernando de Castro.
Posteriormente el mismo monarca la donará a Men Rodríguez de Sanabria.
Tras las disputas al trono entabladas entre este rey y su hermanastro Enrique, Puebla de Sanabria será dada por Juan I en gratitud por los servicios prestados a su padre a los Losada, familia noble local, en la persona de Alvar Vázquez de Losada, junto a su alfoz y a la Carballeda, todo ello en forma de mayorazgo.
En 1451, tras la guerra civil coetánea de Juan II, Doña Mayor de Porras, madre y tutora de Marina de Losada, vende a Alonso de Pimentel, tercer conde de Benavente, la mitad de Puebla de Sanabria y toda su tierra, tomando entonces aquel posesión de la fortaleza.
En ese año de 1451 y en 1476, las dos líneas principales de los Losada desaparecerán, subsistiendo únicamente la rama de los señores de Rionegro, lo que beneficiará a los Pimentel, que adquirieron la otra mitad de Puebla tras el reinado de Enrique IV.
En 1465 el príncipe don Alfonso, hermano de Enrique IV; da a Rodrigo de Pimentel la mitad de la Puebla de Sanabria propiedad hasta entonces de Diego de Losada.
Al morir Don Alfonso, aquella cesión se suspendió hasta 1479, año en que los Reyes Católicos la hacen viable en manos del cuarto conde de Benavente, el referido Rodrigo Alonso de Pimentel.
Firmada la paz con Portugal, los Reyes Católicos devuelven a los Losada su mitad de la villa. Por todo ello, y como única solución, el citado conde de Benavente compra esa propiedad a doña Leonor de Melgar, viuda de don Diego de Losada a cambio de toda su hacienda en el lugar Montamarta en 1489.
El actual castillo de Puebla de Sanabria, levantado sobre las ruinas de la fortaleza plenomedieval, se comenzó a edificar a mediados del siglo XV, bajo el mandato del tercer conde de Benavente don Alonso de Pimentel, según se refleja en su testamento.
Las obras se interrumpieron durante varias décadas, debido sobre todo a las continuas controversias ya reseñadas sobre la propiedad de la villa. Una vez resuelto este litigio, el cuarto conde de los Pimentel reanuda en 1480 las obras de levantamiento del castillo, aunque estas se prolongarían hasta 1510, ya con Alonso de Pimentel como quinto conde de Benavente, casado con Ana de Herrera y Velasco, "quienes durante nuestro matrimonio abemos labrado, reedificado, de
nuevo y mexorado en casas fuertes e llanas".
Recién terminadas las obras principales de este castillo−palacio, en 1506, se alojará en él doña Juana la Loca, y su marido don Felipe.
El Castillo de Puebla de Sanabria participo de manera principal y directa en las guerras de Portugal que tuvieron lugar durante el siglo XVII, sufriendo durante ellas un deterioro considerable. En 1647, el maestre de Campo que se instaló en la fortaleza la señaló como arruinada.
Por aquellos mismos años fueron reedificadas y mejoradas las murallas de la villa, constando ya en 1642 la Puebla de Sanabria como fortificada.
En 1710, ya con el castillo y sus murallas notablemente deterioradas, la villa es tomada por los portugueses, que la conservan hasta 1716, año en que es recuperada por los ejércitos españoles.
La guerra de la independencia frente a los franceses tuvo también participación en este castillo zamorano, lo que sirvió para su definitivo deterioro, ya que en 1809 aparece (mal entretenido) y con una simple muralla como recinto exterior.
Durante las guerras carlistas, el recinto amurallado seria por última vez reparado, aunque de manera superficial, no deteniéndose con ello su continuo deterioro.
En 1887 el castillo pasa a pertenecer al ayuntamiento de la villa, quien en un principio lo utiliza para diversos fines: almacén de paja, vertedero, cárcel municipal o gallinero.

jueves, 10 de abril de 2008

Villaralbo

La historia de Villaralbo se encuentra íntimamente unida al río Duero.Tres son los asentamientos en torno a los que gira la historia más antigua de Villaralbo: Valcuevo, Los Castros y el yacimiento de El Alba. Aunque en todos ellos podemos encontrar restos de las diferentes civilizaciones que a lo largo de la historia han dejado su impronta por estas tierras, destaca por su importancia el yacimiento del Alba, tanto por lo que se refiere al número y tipología de los restos como por la extensión en la que éstos pueden ser encontrados. Siguiendo un orden cronológico, los primeros restos de estos asentamientos nos indican la presencia del hombre por estas tierras ya desde el paleolítico y neolítico, encontrándose restos de útiles y cabañas que indican la presencia del hombre desde el neolítico tanto en la laguna como en la barranca de Valcuevo. También se han encontrado numerosas vasijas y restos cerámicos de la Edad del Bronce, especialmente en el yacimiento de Los Castros, así como restos de la cultura del Argar que se desarrolló en la parte occidental de la península ibérica entre los años 1200 y 850 a.C. La edad del bronce fue sucedida por la edad de hierro y en esta zona en concreto por la civilización Vaccea, civilización que se puede encuadrar dentro de la cultura celta, y que tiene su origen en pobladores desplazados del norte de Europa por pueblos germánicos. De la cultura Vaccea han aparecido numerosas muestras tanto en los yacimientos de Los Castros como del Alba. Este último yacimiento, en el que los restos se extienden desde el término de Bamba hasta el de Villalazán, se correspondería con un extenso asentamiento romano, Albocela, que podría ser heredero de la original Arbucala, ciudad vaccea tomada por Anibal en el 220 a.d.C en la misma campaña en la que tomo Helmantica (la actual Salamanca). Arbucala estaría situada en el cerro del Viso, en el término de Bamba.

No se conoce en la provincia de Zamora un yacimiento más rico en materiales romanos que éste de El Alba. Varias fueron las causas de que se desarrollara en esta zona un asentamiento romano de tanta importancia, pero entre ellas destacan las siguientes:
La riqueza de los suelos, en las cuencas de dos arroyos, el de Aribayos y el Talanda, y que desembocan los dos en el Duero.
La ocupación por parte de los romanos de la margen izquierda antes que la derecha
El establecimiento de una calzada por el sur del Duero para unir la Lusitania con la costa Tarraconense, como lo demuestra la existencia de las ruinas del puente romano del periodo republicano que se pueden encontrar sobre el río Guareña.
Teniendo en cuenta la primera denominación de la que tenemos noticia, la ciudad vaccea de Arbucala, no parece descabellado aventurar que la ciudad romana que la sucedió y cuyos restos encontramos con profusión en este yacimiento del Alba se corresponda con Albocela y tampoco parece improbable deducir que este último topónimo fuera el que diera origen al actual nombre de El Alba. El prefijo de Villa puede proceder del hecho de que se tratara de un asentamiento con población humana continuada desde la época romana y de este modo Villaralbo puede ser la heredera del nombre, que no de la localización, de la original Arbucala.
De la época visigótica destaca, entre otros restos encontrados, la presencia de una cruz griega de brazos irregulares que presenta las típicas escuadras propias de las estelas romanas, lo que indica que fue tallada por un “quadrator” o picapedrero romano. De ser así es muy posible que esta cruz sea la más antigua muestra de cristiandad hallada en Zamora. La referencia escrita más antigua sobre Villaralbo data del año 1.116. Se trata de un Privilegio de Dª Urraca. A mediados del siglo XIII, concretamente el año 1.254 aparece una nueva referencia. También en el Fuero de Zamora, que comprendía toda la legislación con la que se gobernaba Zamora, de 77 capítulos, aparece una mención a Villaralbo, llamado entonces “Vilaralbo el mayor” concretamente el capítulo titulado “De Buelta”.Ya en el año 1.530, tal y como consta en el archivo diocesano, fue fundada por Andrés Flórez la capellanía de Villaralbo.En los años 1557 y 1580 aparecen en nuestra provincia dos graves epidemias de peste, superando con creces la última a la primera, y según se relata en el libro “Grandezas de León” de Fr. Atanasio de Lobera, afectando gravemente a Villaralbo.Destacan en ese siglo tres noticias sobre otras tantas riadas. Ocurrieron en los años 1586, 1596 y 1597 y fueron de orden creciente, llegando la segunda a arruinar un arco del puente. Pero la más grave de las tres fue la tercera de que encontramos la siguiente referencia: “Ocurrió el 14 de enero de 1597. El río fue invadiendo progresivamente los distintos monasterios y conventos, tambaleó el puente derribando casas (pasando de ciento) (…). Villaralbo sufrió poco más o menos pero entre tanta desgracia no la hubo personal por la diligencia con que se acudió al auxilio de los que lo necesitaban.”El apartado de las desgracias naturales continúa en los dos siglos siguientes en los que Villaralbo padeció una plaga de langosta además de una gravísima sequía en el año 1650 (la plaga se repetiría en 1874) y otra gravísima inundación en 1739. Este panorama se completa con un terremoto que tuvo lugar el 1 de noviembre de 1755, aunque fue leve. En 1834 se abatió sobre toda la comarca una grave epidemia de peste colérica de la que enfermaron 8.448 personas muriendo 2.235.Resulta especialmente interesante la siguiente cita por cuanto que guarda relación con el patronazgo que sobre la localidad de Villaralbo ejerce San Ildefonso. La cita en cuestión se refiere a una escritura encontrada en el Arca de San Ildefonso en la Iglesia de San Pedro en Zamora en el año 1.602. A finales de enero de ese año visitó Zamora el Rey Felipe III, siendo Obispo Fernando Suárez de Figueroa, de la Orden de Calatrava. La citada escritura daba cuenta de que en el año 1.270, Nuestra Señora del Viso, imagen de mármol de gran devoción por estas tierras situada en una ermita de los Templarios, se apareción en sueños a un pastor llamado Pascual, vecino del lugar de La Mañana, a una legua del sitio de la ermita. Le mandó que se fuese a confesar con el cura de la iglesia de San Pedro, en Zamora, y que le comunicase que los restos de San Ildefonso estaban enterrados en su iglesia hacía muchos siglos. El párroco de la iglesia lo notificó al obispo y efectivamente, fueron hallados los restos del santo.Entre los años 1746 y 1757, bajo el reinado de Fernando VI todo el país prosperó y este progreso también se dejó notar en la comarca. Este siglo finalmente se cerró con la prohibición de las rogativas de la Virgen del Viso y de la Hiniesta, que se llevaban por entonces hasta la capital, con el pretexto de que causaban desórdenes.

martes, 8 de abril de 2008

Fuentesaúco

Poco o nada se ha investigado sobre el pasado histórico del concejo saucano, y escasas son también las publicaciones sobre la villa. La primera noticia que hemos encontrado sobre Fuentesaúco es una documento de 1128 en el que Alfonso VII y su esposa Berenguela conceden el coto del mismo nombre al obispo de Zamora Bernardo, que pocos años después, en 1133, otorgaba fuero a sus pobladores.
También con el fin de favorecer su repoblación Alfonso IX en 1224 exime de todo pecho a los que acudan a poblar Fuentesaúco . La importancia que a partir de entonces la villa adquiere va a ser motivo de conflicto por los límites de su termino entre su señor, el obispo y, el concejo de Toro.
Es en un documento de 1251 cuando por primera vez aparece citado el concejo de Fuentesaúco como persona jurídica. El documento en cuestión es un convenio que suscribe el obispo de Zamora D. Pedro, en el que acuerdan qué, cómo y cuánto han de dezmar sus moradores, así como las cargas con las que habrían de contribuir para la construcción y mantenimiento del castillo e iglesia. Acuerdos que ampliaría en 1259 el obispo D. Suero, reglamentando el uso y aprovechamiento de las aguas del término. Este prelado zamorano conseguirá el favor real para incrementar su señorío sobre la villa y término, lo que dará lugar a nuevos conflictos territoriales con el concejo toresano. Sus sucesores incrementaron su patrimonio comprando suelos de casas y heredades y consiguieron para sus vasallos nuevas exenciones fiscales. Estas y otras circunstancias determinaron el crecimiento de la villa durante toda la baja edad media, crecimiento que se prolongó hasta las últimas décadas del siglo XVI.
En esta centuria la villa posiblemente vivó, al igual que toda Castilla, su mejor momento, lo confirma su importancia demográfica, toda vez que se convierte en el núcleo mas poblado de la zona después de Toro. Fuentesaúco contaba con dos iglesias: la antigua de Sta. María del Castillo, levantada a mediados del S. XIII, y la de San Juan Bautista, fundada por el obispo Juan de Meneses en 1491, si bien su construcción se demoró hasta el último tercio del siglo XVI, rematándose a principios del siglo XVII. Este prelado favoreció a la villa en la que residió, mejorando sus calles y construyendo fuentes y pozos. De su crecimiento económico en el siglo XVI dan cuenta también la fundación de un convento de clarisas en 1538 por D. Juan de León, del pósito de la villa en 1541 por el arcediano Antonio Rodríguez, y del Hospital de San Salvador.
Durante el reinado de Felipe II la villa fue arrebatada a la cámara episcopal y vendida, y aunque ejerció el derecho de tanteo e intentó redimirse a consta d hipotecar sus propios, finalmente no pudo pagar la exención y pasó a manos de la familia toresana de los Deza y Águila, origen de futuro condado que Felipe III concedía a D. Pedro de Leza y Guzmán el 18 de noviembre de 1612. Sus nuevos dueños, que lo fueron también de las villas de las Cuevas de Guadarroman, castillo y fortaleza de Gorgojuela, Villaguer, Torrijos, Palomares, Salteras y Mairena, así como marqueses de Jódar y Guadalcazar, aunque vecinos de Córdoba, ejercieron el señorío jurisdiccional hasta su desaparición a comienzos del siglo XIX. En lo civil Fuentesaúco formó parte de la provincia de Toro, y en lo religiosos fue vicaria y arciprestazgo de la diócesis de Zamora. En el siglo XVIII contó con administración de Rentas de Tabaco y Salinas, y oficina de hipotecas para todos los pueblos de Val de Guareña. La división administrativa decimonónica hizo de la villa Cabeza de Partido Judicial, integrado por veinticuatro pueblos, construyéndose al efecto cárcel.
Sobre la organización municipal únicamente disponemos de datos para el siglo XVI. Según las ordenanzas municipales componían el concejo saucano, desde antiguo, las siguientes magistraturas: dos alcaldes ordinarios de elección cadañera, seis regidores - aunque había doce regidurías perpetuas - y cuatro procuradores también elegidos para un año. Este regimiento se unía ordinariamente tres días a la semana, martes, jueves y sábados y extraordinariamente siempre que fuese preciso. Sus acuerdos debían ser asentados por el escribano del Concejo en libros encuadernados, aunque la experiencia nos dice que esta práctica no se cumplió. Además de las magistraturas citadas las ordenanzas reconocen distintos oficiales al servicio del concejo como los mayordomos encargados de cobrar las rentas de los propios, pechos, derramas y servicios de Su Majestad, los porteros, el mayordomo de la panera, ejecutores de penas, contador, letrados, mensajeros, carcelero, pregoneros, corredor, guardas etc. El consistorio tenía así mismo facultad para nombrar los mayordomos de las parroquiales de Santa María y San Juan, el de la ermita de San Pedro extramuros y los demandaderos para las ánimas y los pobres. En lo que atañe a la administración de justicia hay que decir que la ejercían los alcaldes, que hacían audiencia pública los lunes, miércoles y viernes de cada semana, y el alcalde mayor que así mismo celebraba audiencia los martes, jueves y sábados. A ellas están obligados a asistir los escribanos públicos. Para la defensa de los pleitos del Concejo disponía de letrados y solicitadores. Actividad así mismo reservada al Concejo fue el nombramiento de veedores de paños, zapateros, agujeros, sastres, cereros, sombrereros y calceteros que representaban la modesta nómina de menestrales y oficios existentes en la villa.

domingo, 6 de abril de 2008

Benavente

Benavente está asentado junto al Éstula de los romanos, hoy río Esla, límite hidrográfico que separaba a los pueblos vacceos y a los astures.
De un lado, "los castros" o fortalezas que servían de guarnición de fronteras y de puestos de defensa de calzadas. Más tarde, serán castillos encomendados en la época visigoda a los señores nobles, que dirigirán la agricultura en los "campos góticos" antecesores de la hoy Tierra de Campos.
La Éstula "Esla" fue lugar de asentamiento de pueblos celtas y más tarde lugar de estancia de agricultores y guerreros romanos.
La calzada romana de Astúrica (Astorga) a Occelo Dauri (Zamora), pasando por Benavente, se cruzaba con la calzada de Astorga a Cesar Augusta (Zaragoza). De ahí la importancia estratégica de nuestra situación geográfica. Podemos hacer referencia al tesoro de Arrabalde y Sierra de Carpuria.
Tras la época romana llegará la dominación de los suevos, que desde Galicia se internaron hacia la maragatería buscando el fervor de las aguas trucheras del Tera.
Finalmente los Visigodos, con Leovigildo, aparecerán en nuestra campiña intentando lograr la unidad nacional por primera vez.
Entre tanto crecerá la agricultura de la zona y sin concretar se llegará a la época, de la que no se tienen datos, de los invasores africanos, los musulmanes.
Posteriormente, la primera noticia que tenemos es la Batalla de la Polvorosa, en tiempos de la reconquista.
Podemos hablar de Fernando II respecto de Benavente, como el generador de su grandeza. Asentó sus reales a nuestra ciudad bastante tiempo y así al lado del rey, según eran costumbres, se encontraban prelados y nobles. Desde aquí su política se lanzó a todo su reino como nos lo indican los muchísimos documentos firmados por él en nuestra ciudad. Muchos de estos manuscritos se pueden encontrar en el Archivo Metropolitano de Oviedo.
Es en su reinado cuando se alzan dos de nuestros más importantes monumentos: Santa María la Mayor y la iglesia de San Juan del Mercado.
Mencionar también dos fueros de Benavente, el primero firmado en 1164 que marca características propias de los núcleos repoblados; y el otro en 1167.
Más tarde vendrán el Mercado Semanal y la Feria Anual, motivo aglutinante de la comarca y razón del despegue de la vida artesana y gremial, como podemos observar en las distintas zonas de la ciudad: barrio de las Estameñas, calle de los Carros, calle Herreros, o la Sinoga (sinagoga) barrio en esta época de la judería benaventana.
Podemos encontrar algunos documentos en la Catedral de Oviedo donde se nombra al Archidiácono de Benavente, aunque más tarde será Enrique III el que regulará las atribuciones de este cabildo eclesiástico.
Benavente pasó a ser ducado en tiempos del rey Enrique II cuando nombró a su hijo bastardo D. Fadrique Duque de Benavente. Así pasó nuestra ciudad a ser villa de señorío y viviendo los avatares de su influyente señor, que rebelde murió solo, encarcelado y pobre en Almodóvar del Río.
De esta forma pasó Benavente a la corona hasta que con el tiempo fue donada al noble portugués Juan de Pimentel, con el título de Condado. Benavente posteriormente se vió envuelta en reyertas entre portugueses y españoles.
Al llegar la unidad nacional en tiempos de los Reyes Católicos, los nobles pasan a estar en manos de los reyes y no al revés como venía ocurriendo hasta el momento.
La comarca es un continuo pasar y repasar de tropas, a causa de la guerra sucesoria de la casa Borbónica y la Austriaca. Estos movimientos de tropas dificultan la vida ciudadana.
Se alzarán majestuosos los monasterios franciscanos y dominicos, pasando algunos hijos de la villa a engrosar las glorias misioneras de la Iglesia como Fray Toribio de Motolinía -franciscano-.
Más tarde, a partir de 1800, Benavente tendrá la desgracia de vivir y padecer el paso de las invasiones francesas en la Guerra de la Independencia.
"Ardieron cien casas, saquearon sus conventos e iglesias y el maravilloso castillo de la familia de los Pimenteles, unida a la no menos brillante de los Osunas, ardió como pira incendiada por tanta barbarie".
El emperador francés Napoleón Bonaparte pasó por Benavente tras las tropas inglesas que se retiraban hacia Coruña y su general de caballería Lefébvre Desnouettes fue derrotado al atreverse a adentrarse en la cuenca del Esla sin la protección de su emperador.
Al llegar la mitad del siglo XIX la vida en la ciudad se complica. A causa de la desamortización desaparecen de la villa tres conventos religiosos masculinos en los cuales había estudios de alto rango. Desaparece parte de la necesitada cultura pero se crea una nueva escuela y con ella ya existen cuatro.
El 16 de septiembre de 1858, de regreso de Asturias hacia la corte, pernocta en Benavente la reina Isabel II con su augusta real familia.
"Tú Real Diadema espléndida por largos tiempo ciñas y a nuestro tierno Príncipe su sien orne después. Tal es el voto unánime de tus amantes niñas, que se honran como súbditas poniéndose a tus pies".

sábado, 5 de abril de 2008

Zamora capital

La ocupación del territorio se inició con el pueblo celtíbero de los vacceos, que fundaron Ocelum Duri, hoy la ciudad de Zamora, y siguió con los astures. Bajo el dominio de los romanos, formó parte de la región de Lusitania y de la provincia de Gallaecia. Conoció el paso de los suevos, visigodos (reinado de Leovigildo) y musulmanes. Alfonso I el Católico emprendió la reconquista de estas tierras en el siglo VIII, que durante los dos siglos siguientes fueron escenario de numerosos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. Zamora quedó definitivamente integrada al dominio de estos últimos en el siglo XI, con Fernando I el Magno. La historia de Zamora también aparece ligada a otros célebres personajes, como El Cid, Alfonso III el Magno, Alfonso VI, Doña Urraca y Sancho II el Fuerte. Por Zamora pasó una de las principales cañadas de la Mesta, que comunicaba las tierras leonesas con las extremeñas. La epidemia de peste negra que azotó Europa en 1348 y el nuevo brote de esta enfermedad a finales de ese mismo siglo provocaron una considerable merma en la población de Zamora, así como el éxodo hacia otras regiones de la península, en particular al sur. Participó activamente en la guerra de las Comunidades (1520-1521); el obispo Antonio Osorio de Acuña encabezó la sublevación de los comuneros en la provincia. En la localidad de Toro murió el conde-duque de Olivares, el 22 de julio de 1645. Durante la edad media, gran parte del territorio actual de Zamora estuvo comprendido en la antigua provincia de Toro, y se convirtió en una subprefectura del departamento de Toro bajo el gobierno napoleónico (1810-1814). La provincia quedó constituida con sus límites actuales en 1833.

La provincia de Zamora, historia a Historia

Antes que nada, discúlpame la osadía de publicar un blog con las pretensiones de éste, pero es que no encontré nada parecido en internet. ¿Cuál es la idea? Recopilar la Historia de cada pueblo de la provincia de Zamora, y ponerlas aquí, una tras otra, para que a ti te resulte más fácil encontrar la que buscas, o entretenerte un rato al menos.

No soy historiador, ni tengo capacidad o tiempo para recopilar yo mismo las historias, así que haré algo más prosaico y más acorde a esta época: fusilar los artículos de otros, más versados y más trabajadores que yo. En cualquier caso, y por aquello del copyright, si ves en este blog material protegido por derechos de autor, házmelo saber cuanto antes para que lo retire, pues no es mi intención sacar provecho en beneficio propio del esfuerzo de los demás. En cuanto al resto, aquí lo irás teniendo: que lo disfrutes.

P.D.: De la misma forma, y ya que reconozco mi pereza, te agradeceré si me mandas la historia de tu pueblo: trabajo que me ahorras. Si ya la acompañas de alguna foto interesante, propondré que te hagan un monumento.

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