A su muerte, el Rey de Castilla Fernando I (1065) dejó repartido su reino entre sus hijos: Galicia para Don García, Castilla para Sancho II, León para Alfonso VI, Toro para Doña Elvira y Zamora como Reino de Doña Urraca. Según la tradición, el Reino correspondía al hijo mayor, en este caso Don Sancho, quien naturalmente se negó a aceptar el testamento, y arrebató Galicia a Don García, haciéndole prisionero.
Alfonso tuvo que huir a Toledo bajo la protección del rey moro Mamum. Después de tomar Toro, puso cerco a Zamora, "la bien cercada", y su muralla resistió el asedio durante más de 7 meses.Las condiciones de vida se hacían muy difíciles y el hambre empezaba a hacer estragos. Ocurrió entonces que Bellido Dolfos, un gallego que se encontraba en Zamora, salió de la ciudad y se declaró vasallo de Don Sancho, quien le tomó bajo su protección. Un día, con el pretexto de enseñar al Rey Don Sancho una puerta por donde entrar en Zamora y romper su cerco, se alejó con él del campamento sin más compañía.
El Rey sintió una repentina necesidad y apeándose del caballo entregó su daga a Bellido Dolfos, momento que este aprovechó para hundírsela en el pecho y emprender una veloz galopada hacia el portillo que aún hoy día se denomina “de la traición”. El Cid, que presenció la escapada desde lejos, montó precipitadamente a caballo, sin tiempo para calzarse las espuelas, pero no pudo alcanzarle. El Rey Sancho II murió poco después en el campamento, acusando de su muerte a Bellido, y los castellanos, ya sin Rey, levantaron el cerco a Zamora.
El Rey Alfonso VI regresó de Toledo y después de prestar juramento ante el Cid Campeador de "no haber tenido arte ni parte en el asesinato de su hermano" tomó posesión del reino. En extremo rencoroso y vengativo, desterró al Cid Campeador. Antes había mandado atar a Bellido Dolfos a las colas de 4 caballos muriendo de esta manera descuartizado.
Éste es un romance sobre la leyenda:
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: —¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calle de Zamora va dando voces y gritos:
—Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.
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