La Barrica de la Oca

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jueves, 10 de abril de 2008

Villaralbo

La historia de Villaralbo se encuentra íntimamente unida al río Duero.Tres son los asentamientos en torno a los que gira la historia más antigua de Villaralbo: Valcuevo, Los Castros y el yacimiento de El Alba. Aunque en todos ellos podemos encontrar restos de las diferentes civilizaciones que a lo largo de la historia han dejado su impronta por estas tierras, destaca por su importancia el yacimiento del Alba, tanto por lo que se refiere al número y tipología de los restos como por la extensión en la que éstos pueden ser encontrados. Siguiendo un orden cronológico, los primeros restos de estos asentamientos nos indican la presencia del hombre por estas tierras ya desde el paleolítico y neolítico, encontrándose restos de útiles y cabañas que indican la presencia del hombre desde el neolítico tanto en la laguna como en la barranca de Valcuevo. También se han encontrado numerosas vasijas y restos cerámicos de la Edad del Bronce, especialmente en el yacimiento de Los Castros, así como restos de la cultura del Argar que se desarrolló en la parte occidental de la península ibérica entre los años 1200 y 850 a.C. La edad del bronce fue sucedida por la edad de hierro y en esta zona en concreto por la civilización Vaccea, civilización que se puede encuadrar dentro de la cultura celta, y que tiene su origen en pobladores desplazados del norte de Europa por pueblos germánicos. De la cultura Vaccea han aparecido numerosas muestras tanto en los yacimientos de Los Castros como del Alba. Este último yacimiento, en el que los restos se extienden desde el término de Bamba hasta el de Villalazán, se correspondería con un extenso asentamiento romano, Albocela, que podría ser heredero de la original Arbucala, ciudad vaccea tomada por Anibal en el 220 a.d.C en la misma campaña en la que tomo Helmantica (la actual Salamanca). Arbucala estaría situada en el cerro del Viso, en el término de Bamba.

No se conoce en la provincia de Zamora un yacimiento más rico en materiales romanos que éste de El Alba. Varias fueron las causas de que se desarrollara en esta zona un asentamiento romano de tanta importancia, pero entre ellas destacan las siguientes:
La riqueza de los suelos, en las cuencas de dos arroyos, el de Aribayos y el Talanda, y que desembocan los dos en el Duero.
La ocupación por parte de los romanos de la margen izquierda antes que la derecha
El establecimiento de una calzada por el sur del Duero para unir la Lusitania con la costa Tarraconense, como lo demuestra la existencia de las ruinas del puente romano del periodo republicano que se pueden encontrar sobre el río Guareña.
Teniendo en cuenta la primera denominación de la que tenemos noticia, la ciudad vaccea de Arbucala, no parece descabellado aventurar que la ciudad romana que la sucedió y cuyos restos encontramos con profusión en este yacimiento del Alba se corresponda con Albocela y tampoco parece improbable deducir que este último topónimo fuera el que diera origen al actual nombre de El Alba. El prefijo de Villa puede proceder del hecho de que se tratara de un asentamiento con población humana continuada desde la época romana y de este modo Villaralbo puede ser la heredera del nombre, que no de la localización, de la original Arbucala.
De la época visigótica destaca, entre otros restos encontrados, la presencia de una cruz griega de brazos irregulares que presenta las típicas escuadras propias de las estelas romanas, lo que indica que fue tallada por un “quadrator” o picapedrero romano. De ser así es muy posible que esta cruz sea la más antigua muestra de cristiandad hallada en Zamora. La referencia escrita más antigua sobre Villaralbo data del año 1.116. Se trata de un Privilegio de Dª Urraca. A mediados del siglo XIII, concretamente el año 1.254 aparece una nueva referencia. También en el Fuero de Zamora, que comprendía toda la legislación con la que se gobernaba Zamora, de 77 capítulos, aparece una mención a Villaralbo, llamado entonces “Vilaralbo el mayor” concretamente el capítulo titulado “De Buelta”.Ya en el año 1.530, tal y como consta en el archivo diocesano, fue fundada por Andrés Flórez la capellanía de Villaralbo.En los años 1557 y 1580 aparecen en nuestra provincia dos graves epidemias de peste, superando con creces la última a la primera, y según se relata en el libro “Grandezas de León” de Fr. Atanasio de Lobera, afectando gravemente a Villaralbo.Destacan en ese siglo tres noticias sobre otras tantas riadas. Ocurrieron en los años 1586, 1596 y 1597 y fueron de orden creciente, llegando la segunda a arruinar un arco del puente. Pero la más grave de las tres fue la tercera de que encontramos la siguiente referencia: “Ocurrió el 14 de enero de 1597. El río fue invadiendo progresivamente los distintos monasterios y conventos, tambaleó el puente derribando casas (pasando de ciento) (…). Villaralbo sufrió poco más o menos pero entre tanta desgracia no la hubo personal por la diligencia con que se acudió al auxilio de los que lo necesitaban.”El apartado de las desgracias naturales continúa en los dos siglos siguientes en los que Villaralbo padeció una plaga de langosta además de una gravísima sequía en el año 1650 (la plaga se repetiría en 1874) y otra gravísima inundación en 1739. Este panorama se completa con un terremoto que tuvo lugar el 1 de noviembre de 1755, aunque fue leve. En 1834 se abatió sobre toda la comarca una grave epidemia de peste colérica de la que enfermaron 8.448 personas muriendo 2.235.Resulta especialmente interesante la siguiente cita por cuanto que guarda relación con el patronazgo que sobre la localidad de Villaralbo ejerce San Ildefonso. La cita en cuestión se refiere a una escritura encontrada en el Arca de San Ildefonso en la Iglesia de San Pedro en Zamora en el año 1.602. A finales de enero de ese año visitó Zamora el Rey Felipe III, siendo Obispo Fernando Suárez de Figueroa, de la Orden de Calatrava. La citada escritura daba cuenta de que en el año 1.270, Nuestra Señora del Viso, imagen de mármol de gran devoción por estas tierras situada en una ermita de los Templarios, se apareción en sueños a un pastor llamado Pascual, vecino del lugar de La Mañana, a una legua del sitio de la ermita. Le mandó que se fuese a confesar con el cura de la iglesia de San Pedro, en Zamora, y que le comunicase que los restos de San Ildefonso estaban enterrados en su iglesia hacía muchos siglos. El párroco de la iglesia lo notificó al obispo y efectivamente, fueron hallados los restos del santo.Entre los años 1746 y 1757, bajo el reinado de Fernando VI todo el país prosperó y este progreso también se dejó notar en la comarca. Este siglo finalmente se cerró con la prohibición de las rogativas de la Virgen del Viso y de la Hiniesta, que se llevaban por entonces hasta la capital, con el pretexto de que causaban desórdenes.

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